Se
conoce como ayuno al acto de abstenerse, por un período de
tiempo determinado, de todo tipo de comida y en algunos casos de
ingesta de líquidos. Puede realizarse por diversos motivos, entre ellos:
los curativos, prácticos, religiosos, o como manifestación pacífica.
El ayuno se
conoce como una conducta de restricción alimentaria que se identificaba con la
pureza de corazón ante Dios, con la ofrenda y la penitencia. Éste ha sido parte de las
tradiciones humanas desde la prehistoria, se menciona en libros sagrados
hinduistas, católicos, judíos, musulmanes, entre otros.
En la edad
media y parte del Renacimiento el ayuno era tomado por las mujeres con el fin
de estar más cerca de Dios. Más adelante, a finales del siglo XIX, jóvenes
burguesas lo tomaban como una negativa a comer, con el fin de alcanzar la
perfección espiritual y el ideal de feminidad de la época, sintiéndose más
puras, más santas, y así “mejores” que otras (Contreras y Arnaiz: 2005, 316).
Asumimos que
este hecho con basamentos espirituales y religiosos hizo peso en el vuelco que
dio el significado de la delgadez y la gordura. Ya ser delgado comenzaba a ser
asociado con un estatus social superior y tener gordura comienza a ser cada vez
más rechazado, sobre todo entre las mujeres.
La medicina ya
separada de lo religioso y lo moral desde finales de la edad media, tenía una
visión ahora más científica de la relación alimentación – obesidad, ofreciendo
así más hipótesis y con ellas algunas directrices a seguir para evitar enfermedades
relacionadas. Algunas asociadas a la actividad física y otras a la regulación
en cuanto a la ingesta de alimentos y bebidas.
En las
sociedades actuales, un gran número de mujeres y cada vez más hombres,
practican una forma de ayuno secularizado: las dietas, que al no estar
debidamente indicadas, podrían parecer un ayuno más total que parcial.
Generalmente las dietas de hoy día se hacen con la finalidad de conseguir el
ideal de feminidad o masculinidad, pero ahora más relacionado a lo físico que a
lo espiritual.
Si bien es
cierto que la expansión de la onda fitness
ha logrado concientizar un tanto a las personas en cuanto a las dietas
saludables, hablando de bondades de los alimentos y sanas combinaciones. También
es una gran compromiso hacer énfasis en recordar que cuando se trata de
alimentarse con algún fin (bajar de peso, subir de peso, o en alguna condición
especial) no existe nada mejor y nada más responsable que dirigirse a un
profesional en el área, quien evaluará su situación holísticamente para
determinar los parámetros más eficientes a seguir para el cumplimiento de sus
metas (físicas, si es el caso) sin comprometer su salud.
Así,
felicitamos a tod@s los dietistas, nutricionistas y nutriólogos en su día.
Gracias por ayudarnos en esta parte tan importante de nuestras vidas: la sana y
correcta alimentación.
Bibliografía:
Contreras Jesús, Arnaiz
Mabel (2005). Alimentación y cultura:
perspectivas antropológicas. Ariel.
Shahrazad Canquiz
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