martes, 10 de junio de 2014

“Amor con hambre no dura”

 Muchos hemos escuchado esta frase en los labios de madres y abuelas cuando hablan sobre una pareja enamorada. Probablemente algún joven desafortunado la habrá escuchado como la respuesta de un padre a una petición de mano, pues por muy bella que sea la ilusión, la realidad acaba con todo, como el agua a un castillo de arena.

Durante estos 15 años un grupo de venezolanos, quienes dividen al país en mitades casi iguales, se han visto obligados a convivir en esta “revolución” por culpa de esta otra mitad enamorada. Pero poco a poco estamos viendo como hasta los más afectos al gobierno empiezan a sentir los castillos de arena deshacerse, que se  va revelando la verdad de su querida “revolución”, están empezando a sentir el hambre en todos los sentidos.

Pueden ponerle el nombre y la justificación de su preferencia: que no es escasez sino acaparamiento, que los productos se acaban porque la gente compra más, porque come más, el caso es que los alimentos NO se encuentran. No se puede hablar de una economía normal cuando para conseguir un producto de cesta básica como la leche o el aceite se tenga que hacer largas colas, anotarse en una lista, agarrar un número o recurrir a la estrategia de “hablar con fulano que te consigue de lo que quieras y en las cantidades que quieras pero tu sabes, hay que darle algo”. No, esto no es normal.

 Las frases de “no me queda de otra sino hacer cola”, “si no consigo este producto comprare otro o ya veré como me las arreglo” son muestras de la resignación peligrosa a la cual no debemos conformarnos.

Creo fervientemente que los venezolanos nos merecemos anaqueles llenos y que yo no voy a un mercado porque “están Dando leche” porque la comida no me la están regalando, si yo no la pago no me “la dan” y a eso se le llama comprar y tengo el derecho a hacerlo porque para ello formo parte de una estructura productiva en la cual cambio mi esfuerzo y mis conocimientos por bienes y bienestar. ¿por qué me los están negando?. ¿a quién le conviene esto? Ciertamente no al ciudadano de a pie.


En estos momentos ni la varita de Saúco pudiera ayudarnos para cambiar la situación del país, mucho menos para saber las acciones a tomar ni el porvenir, solo sé, que no todos nos acostumbraremos a vivir en escasez, que esta situación no es sostenible ni para el más fanático, y este amor a la revolución no podrá aguantar mucho más, porque  quiero creer que a la final mi abuela tendrá la razón y que “amor con hambre no dura”.


jueves, 5 de junio de 2014

¡Si te cocina te ama!


                         El amor y la comida van siempre de la mano, Víctor Hugo solía decir que "comiendo se abre el apetito y en el amor sucede lo que en la mesa" 


Todos disfrutamos cuando alguien nos cocina y de esa manera nos consienta, el punto no es necesariamente que sea capaz de prepararte un plato (hay quienes no tenemos habilidades culinarias), sin embargo, que alguien se preocupe por tu alimentación es algo íntimo, dar de comer a alguien es un acto de profundo afecto, es una forma de entregarse a través de la comida.

Reflexionemos un poco, nos alimentan en la eucaristía y de esta manera afianzamos nuestra relación con Dios, que presenta su cuerpo en forma de pan. Nuestras madres nos alimentan cuando somos niños de pecho y así comienza ese vinculo especial con ellas. Cuando somos niños pequeños, padres y abuelos nos alimentan y consienten con nuestras comidas predilectas. Nuestros amigos hacen lo propio cuando nos invitan a cenar. Y los amantes, se alimentan el uno al otro cuando se dan un festín gastronómico, pero también uno con su cuerpos y a veces con sus almas.

Y es que, no sólo de pan vive el hombre; el ser humano tiene cuatro apetitos que satisfacer, estos son: hambre, sed, sexo y conocimiento. Estos apetitos se satisfacen cumpliendo los mismos principios: observas, pruebas, aprendes lo que te gusta y lo que no, y luego terminas usando esos datos para saciar tus apetitos, de manera que estructuralmente, satisfaces todos de la misma manera.


Por lo tanto, ¿quién no quiere a su lado a alguien que la alimente y se preocupe porque una esté feliz y satisfecha? Pues sí es así de atento con tus necesidades culinarias, imagínense lo atento que sería respecto a otros apetitos...

@NashlaBaez


martes, 3 de junio de 2014

La alimentación una verdad multidimensional y multisápida.

La alimentación es un proceso cotidiano en el ser humano que tiene un componente biológico: satisfacer sus necesidades físicas,  y un componente social, pues como el resto de las actividades del hombre, está relacionado con la producción simbólica del mundo que le rodea.

Como Homo sapiens somos omnívoros, característica que compartimos con pocas especies, pero la comida puede ser indicativo de mucho más. Aunque podemos comer cualquier cosa, nuestra dieta está determinada por el lugar en donde hacemos vida, el origen de nuestros padres, nuestra clase social y nuestras pautas de crianza.

Usualmente la frase de Brillat-Savarin: “Dime lo que comes y te diré quién eres", se asocia con la contextura física de la persona, con su estado de salud de acuerdo al valor nutricional de los alimentos, es decir, derivada por la buena o mala alimentación. Pero para nosotras, estas palabras van más allá, se refieren al valor identitario que posee la alimentación.

La cultura es la que determina qué, cómo, cuándo, por qué, dónde  y con quién comemos lo que comemos. Hay alimentos que según la percepción social de los mismos, son, como señala Lévi-Strauss, “Bueno para pensar, bueno para comer”; de manera que la afirmación de estos gastrónomos nos demuestra que nuestra alimentación es una verdad tanto multidimensional como multisápida.

A nivel mundial, la gastronomía es un saber que entrelaza lo formativo, académico, investigativo, culinario y comunicacional alrededor de la dupla alimentación - cultura. Es por ello que las ciencias sociales están enfocando su mirada hacia la alimentación y hacia el constructo social que en torno a ella se levanta, es decir, hay una preocupación por acercarse a la red científica que ha conformado la gastronomía como ciencia transversal, combinando teoría social y alimentación.

En este momento que nos damos cuenta que nuestros gustos han sido configurados por: el contexto geográfico en el que nos encontramos, las costumbres de nuestras familias, las expectativas de nuestra sociedad;  es cuando entendemos  la magnitud de este descubrimiento y lo importante que es entonces analizar desde las perspectivas sociológicas y antropológicas nuestra alimentación.

Esta son las premisas básicas de la sociología de la alimentación, o como se ha nombrado en la Escuela de Sociología de la Universidad Central de Venezuela (UCV), la Socio-Gastronomía; lugar común para nosotras: las “gastronomochicas”.

Es entonces cuando a este grupo de sociólogas y antropólogas nos interesó investigar el proceso económico que permite la generación de los productos que forman la dieta de un grupo y las razones culturales, sociológicas y antropológicas por las cuales ésta se constituyó como tal.

Además de ello, analizar sus peculiaridades, pues el comer se diferencia entre regiones, no solamente en los ingredientes, sino en las formas de preparar las comidas, de consumirlas, el momento para hacerlo y los utensilios empleados para ello, lo que paralelamente, va diferenciando a las comunidades y construyendo una identidad común.

En este proceso, surgen las gastronomochicas como un grupo de sociólogas y antropólogas que además de comensales, se han dedicado a pensar sobre la relación entre la alimentación diaria, las preparaciones festivas y los quehaceres cotidianos que expresan que la gastronomía tiene mucho que contarnos acerca de nuestra propia manera de ver, sentir, pensar y actuar: la venezolanidad.


Los invitamos  a acompañarnos en esta sabrosa búsqueda, a picar y mezclar los ingredientes de nuestra identidad y a conformar este espacio de encuentro de fogones, hornillas y libros.