La alimentación es un proceso cotidiano en el ser humano que tiene un componente biológico: satisfacer sus necesidades físicas, y un componente social, pues como el resto de las actividades del hombre, está relacionado con la producción simbólica del mundo que le rodea.
Como Homo sapiens somos omnívoros, característica que compartimos con pocas especies, pero la comida puede ser indicativo de mucho más. Aunque podemos comer cualquier cosa, nuestra dieta está determinada por el lugar en donde hacemos vida, el origen de nuestros padres, nuestra clase social y nuestras pautas de crianza.
Usualmente la frase de Brillat-Savarin: “Dime lo que comes y te diré quién eres", se asocia con la contextura física de la persona, con su estado de salud de acuerdo al valor nutricional de los alimentos, es decir, derivada por la buena o mala alimentación. Pero para nosotras, estas palabras van más allá, se refieren al valor identitario que posee la alimentación.
La cultura es la que determina qué, cómo, cuándo, por qué, dónde y con quién comemos lo que comemos. Hay alimentos que según la percepción social de los mismos, son, como señala Lévi-Strauss, “Bueno para pensar, bueno para comer”; de manera que la afirmación de estos gastrónomos nos demuestra que nuestra alimentación es una verdad tanto multidimensional como multisápida.
A nivel mundial, la gastronomía es un saber que entrelaza lo formativo, académico, investigativo, culinario y comunicacional alrededor de la dupla alimentación - cultura. Es por ello que las ciencias sociales están enfocando su mirada hacia la alimentación y hacia el constructo social que en torno a ella se levanta, es decir, hay una preocupación por acercarse a la red científica que ha conformado la gastronomía como ciencia transversal, combinando teoría social y alimentación.
En este momento que nos damos cuenta que nuestros gustos han sido configurados por: el contexto geográfico en el que nos encontramos, las costumbres de nuestras familias, las expectativas de nuestra sociedad; es cuando entendemos la magnitud de este descubrimiento y lo importante que es entonces analizar desde las perspectivas sociológicas y antropológicas nuestra alimentación.
Esta son las premisas básicas de la sociología de la alimentación, o como se ha nombrado en la Escuela de Sociología de la Universidad Central de Venezuela (UCV), la Socio-Gastronomía; lugar común para nosotras: las “gastronomochicas”.
Es entonces cuando a este grupo de sociólogas y antropólogas nos interesó investigar el proceso económico que permite la generación de los productos que forman la dieta de un grupo y las razones culturales, sociológicas y antropológicas por las cuales ésta se constituyó como tal.
Además de ello, analizar sus peculiaridades, pues el comer se diferencia entre regiones, no solamente en los ingredientes, sino en las formas de preparar las comidas, de consumirlas, el momento para hacerlo y los utensilios empleados para ello, lo que paralelamente, va diferenciando a las comunidades y construyendo una identidad común.
En este proceso, surgen las gastronomochicas como un grupo de sociólogas y antropólogas que además de comensales, se han dedicado a pensar sobre la relación entre la alimentación diaria, las preparaciones festivas y los quehaceres cotidianos que expresan que la gastronomía tiene mucho que contarnos acerca de nuestra propia manera de ver, sentir, pensar y actuar: la venezolanidad.
Los invitamos a acompañarnos en esta sabrosa búsqueda, a picar y mezclar los ingredientes de nuestra identidad y a conformar este espacio de encuentro de fogones, hornillas y libros.
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