Venezuela un país rico que
vive en la miseria, tiene ahora dentro de sus preocupaciones el sistema
biométrico para la compra de comida o como se le conoce en la calle, “la
papahuella” y es que ahora intentaran colocar en cada supermercado, abasto y
bodega un lector para identificar la huella digital del comprador y evitar que
este compre más de lo que necesite, o
para acabar con un mal mayor “los bachaqueros”. Esta es la excusa por la cual
el gobierno nacional ha anunciado dicha medida.
La lucha es contra el
contrabando y los buhoneros, es difícil creer que este slogan sea la razón de
fondo de esto, ya que el contrabando se hace cruzando las fronteras del país y
estas son custodiadas por la FANB y los buhoneros venden a plena luz del día,
usualmente a la salida de las distintas estaciones del metro de Caracas ¿Por
qué no usar correctivos con estos
personajes? En lugar de someter a los comerciantes al gasto que corresponde las
captahuellas y al venezolano en general a todo este proceso que lo que busca es
controlar ¿Qué comemos? ¿Cómo lo comemos? ¿Cuándo lo comemos? etc.
En la literatura encontramos
innumerables ejemplos de sistemas de control alimentario, siempre en distopías[1], caso clásico
el de "1984" de George Orwell en donde en varias oportunidades vemos a Smith
relatando la historia, según como la recordaba, un proceso de guerra y escasez,
en donde vienen a su mente
…jóvenes con camisas del
mismo color, las enormes colas en las panaderías, el intermitente crepitar de
las ametralladoras a lo lejos... y, sobre todo, el hecho de que nunca había
bastante comida. Recordaba las largas tardes pasadas con otros chicos
rebuscando en las latas de la basura y en los montones de desperdicios, encontrando
a veces hojas de verdura, mondaduras de patata e incluso, con mucha suerte,
mendrugos de pan, duros como piedra, que los niños sacaban cuidadosamente de
entre la ceniza; y también, la paciente espera de los camiones que llevaban
pienso para el ganado y que a veces dejaban caer, al saltar en un bache,
bellotas o avena
También
plantea la situación actual que vive en Oceanía (lugar en donde se desenvuelve
la historia) la regulación de los alimentos
por personas: “la semana próxima, reducirán la ración de chocolate a
veinte gramos en vez de los treinta de ahora”, en la medida que el libro se va
desarrollando uno va apreciando el control del Estado (el Gran Hermano) sobre
la vida pública y privada de los individuos, ¿cuánto come? ¿Cómo lo come? Y
como estos controles favorecen el mercado negro.
Otro
libro bastante famoso y mucho más reciente es la trilogía de los "Juegos del Hambre" escrita por Collins en donde se ve la precariedad del acceso a la comida
mediante los controles impuestos por El Capitolio (el Estado) y para obtener de
forma legal mayor suministro de alimentos debes aumentar las probabilidades de
ser electo para la competencia anual de los Juegos
del Hambre en donde solo se puede salir cuando el resto de los participantes muere o
los matas.
Ambos ejemplos explica como
el Estado al destruir los recursos y
mantener los niveles de escasez es el mecanismo para que la gente no tenga
tiempo de pensar más que en sobrevivir un día más y no cuestione el sistema; constituye pues, una táctica
deliberada mantener incluso a los grupos favorecidos al borde de la escasez,
porque un estado general de escasez aumenta la importancia de los pequeños
privilegios y hace que la distinción entre un grupo y otro resulte más
evidente.
Pues al fin y al cabo, una de
las estrategias más poderosas para la dominación total de un gobierno es negar
a la gente el acceso a la comida, así los individuos nos quedamos estancados en
la base de la pirámide de Maslow sin posibilidades de aspirar a necesidades de
seguridad, amor, afecto, pertenencia, estima y autorrealización.
Venezuela, que la suerte este siempre
de tu lado
Nashla Baez
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