martes, 29 de julio de 2014

Sí somos lo que comemos, ¿qué somos los caraqueños?

Caracas es muestra de nuestra gran Venezuela, multicultural y multisápida, aquí nos encontramos desde hace tanto con la confluencia en el uso de la yuca, el maíz, el plátano y el trigo en la construcción de nuestros desayunos.
Ahora bien, el desayuno es de gran importancia puesto que nos hace estar más alerta, nos mantiene esbeltos y mejora el trabajo y comportamiento de los niños en la escuela y cómo valor nutricional debe representar entre el 20% y el 25% de las calorías que ingieres durante el día, y es importante que esté bien balanceado para que recibas los nutrientes esenciales.
Empecemos con un recorrido de  los desayunos caraqueños dividiendo la historia de esta manera: de 1900 a 1950, de 1950 al 2000 y del 2000 a la actualidad.




 De 1900 a 1950.
En las primeras décadas de 1900, nos encontramos con la Caracas  que recibe a la Revolución restauradora de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez.
Algunos cronistas cuentan que los caraqueños con menos  recursos comían: Funche frito, hallaquita con queso rallado, arepa con mantequilla (en ocasiones especiales), plátano con  queso rallado o un bollo de pan, acompañado siempre de guarapo. Otros alimentos podrían ser empanadas rellenas, avena con papelón y canela sin leche, “atol” de maicena (almidón de maíz) y harina de maíz tostado con agua
Aquellos con mayores recursos desayunaban: hallaquitas con queso, empanadas (blancas de queso y oscuras de papelón), arepitas con papelón y anís, pan de trigo, queso frito, guarapo y chocolate
 En general estamos hablando de alimentos frescos: la leche se conseguía recién ordeñada, el maíz se procesaba en el momento de hacer la arepa.
En esta época existían los vendedores ambulantes  de chicha, arepa, maní, que abastecían las casas de caracas con sus productos.  Algunos tenían su esquina  y su clientela, sobretodo los llamados “arepiteros”, padres de los actuales areperos.
Se contaba también al panadero, responsable de abastecer las casas de familia, bodegas, pulperías, pensiones y hoteles. El reparto lo realizaban a primeras horas de la mañana y en la tarde grandes panaderías caraqueñas (e.g., “Las Gradillas” o la de “Sarría”), mediante repartidores que en asno, mula o como peatones llegaban a las casas con su clásico pregón: ¡Panadero, pan!, mientras golpeaban la tapa metálica de la cesta con la mercadería. Inmediatamente salía la criada con una cesta pequeña o paño blanco, recibiendo la “cuenta” o “media cuenta”. Al mismo tiempo pasaba recogiendo el “pan frío”, que luego cortaban en rodajas, tostaban y vendían a menor precio (Schael, s.f.). 
Para 1930 se empezaría a sentir la influencia americana traída de los petroleros y con los alimentos prefabricados: Corn Flakes, All Bran, Puffed Rice, grape nuts, cream of wheat, quesos Kraft, leche Klim, evaporated milk, Leapton tea, Quaker oats, carnes enlatadas y congeladas, Coca-Cola, tocineta americana en lonjas.  Estos empezaron a venderse en las pulperías, hasta que, llegando a la mitad del siglo XX, poco a poco serían desplazadas por los supermercados.




Del 1950  al 2000.
Estamos en la Caracas de Pérez Jiménez  y a pesar de que ya conocían de la llegada de las neveras, éstas no eran accesibles para la mayoría de la población caraqueña, por lo que para 1950 se seguían realizando compras constantes en los mercados de la ciudad y se siguen consumiendo alimentos frescos, por ejemplo, la leche recién ordeñada se conseguía  por litro en el bloque 6 del silencio, es importante resaltar que es para ésta década cuando se construyen y modernizan los mercados más importantes de la ciudad: Quinta Crespo, Guaicaipuro, Chacao, y el Mercado mayor de Coche que distribuía al resto.
Se consumían platos como: hallaquita hervida,  arepa  frita o asada, leche salada, mantequilla y queso blanco rallado.  La leche salada, mantequilla y queso era para mojar la arepa o la hallaquita, Avena sin licuar para las familias con escasos recursos y licuada y con cacao para los mas adinerados. Caraota negra refrita, mantequilla, que se compraba detallada, jamón,  huevos revueltos , indios con salsa de tomate,  fororo, Higado en baño de maria cuyo zumo lo bebian solo los hombres de la casa para darles fuerza,  Torta de platano con queso,  Dulces caseros: lechoza, gelatina tipo chantilly (gelatina con clara de huevo, ) Albondigas,  Arepa con huevo (perico con tomate y cebolla).  Vegetales a la primavera con huevo  en el horno.
Las arepas se hacían procesando el maíz en el momento,  lo cocinaban y luego lo pasaban por una maquinita que lo molia y salia la masa.
En los años 50´ se fundaron en Caracas las primeras areperas, en las que se expendían “tostadas”, es decir, arepas rellenas de diferentes ingredientes, se empiezan a ver las arepas con sus nombres particulares, por ejemplo, “la reina pepeada” que es de 1955 en homenaje a nuestra reina pepeada ganadora del Miss Mundo Susana Duijm.
Ya para 1961 conoceremos la harina pan y el diablito. Con la migración europea extranjera florecen las panaderías y nuestro gusto por la harina de trigo, así es que comenzamos a desayunar cachitos.




Del 2000 al día de hoy.
El desayuno hoy en día está marcado por dos cosas: la rapidez, porque no se dispone de mucho tiempo para prepararlos y la disponibilidad de los recursos. En general seguimos comiendo arepa, con harina de maíz precocida, pan, perico, cachapa, panqueca, empanada, bollos de maíz, etc.
Pero también, los caraqueños hemos entrado en la tendencia de comer sano y comer fitness. Hay que hacer una diferenciación, lo fitness se refiere a una persona con un estilo de vida específico, que hace del ejercicio su centro y lo acompaña con una dieta específica, sus desayunos están constituidos principalmente por huevo (sólo la clara) y avena, las cuales preparan de diversas maneras.




¿Cómo desayuna el caraqueño?
A medida que pasan los años, el desayuno se ha ido adecuando a la evolución de la ciudad. Es así como encontramos diferencias no solamente en las recetas que preparan para esta comida, sino en la manera  y el momento en que se servía.
Para los años de 1910 a 1950 tenemos los testimonios de los caraqueños que crecieron en la ciudad y los inmigrantes venezolanos y extranjeros que llegaban a ella.
Así tenemos por ejemplo a Scannone, que nació y creció en la ciudad y nos cuenta que en su juventud (nació en 1922 o sea que estamos hablando del 30 al 40):
El día comenzaba con un guarapo de papelón que ponían a hervir a las 530 para luego a las 6.30 colar el café.
El desayuno se tomaba en casa, todos juntos en familia. Había un orden en el horario y en la asistencia de la comida que se respetaba. Era un orden muy estricto, casi religioso.
La comida se compraba fresca todos los días, la familia no comía nada que sobrara del día anterior.
La comida restante se destinaba para las lavanderas, ya que ellas no dormían en las casas, sino que llegaban a las 7 am,  buscaban los sobrantes  y todo lo ponían en un plato. Era un desayuno copioso.

El inmigrante que vivía en pensiones, por lo general disponía de una cocina común,  donde desayunaba caratos y guarapos, para luego salir al mercado y  comprar su desayuno a algún vendedor ambulante.
Ya, para mediados de los años 50, hay transformaciones importantes: la mujer entra al campo laboral, el cuidado de la mesa pasa a ser compartido con ambos padres y los abuelos.
La cocina deja de ser de kerosene y pasa a ser a gas, lo cual representa no solo un cambio en el sabor de las comidas, sino que se facilitan las preparaciones.
La dinámica de las familias empieza a ser mucho más rápida para los 80, ya la posibilidad de ir al trabajo o a la escuela y regresar al mediodía para almorzar en familia era casi imposible de realizar, pero aún padres e hijos tenían la posibilidad de  tomar el desayuno juntos en familia.
Con el crecimiento de las ciudades satélites, la necesidad de trasladarse hacia Caracas para estudiar y /o trabajar, el desayuno fue quedando para el trayecto o el sitio de destino. Tomar el desayuno en familia se ha convertido en actividad de fin de semana.
Las opciones  hoy en día para el desayuno son: las panaderías, las cantinas del colegio o la universidad, o las loncheras con las comidas preparadas de las casas.

En fin, los caraqueños somos una mezcla del mundo en cada plato, una fusión de saberes ancestrales con  sabores dulces  y salados en un mismo plato, agregándole una pizca de sazón única  que nos permite diferenciarnos del resto de los venezolanos.




Fotos cortesía de: Jhon Monges (Síguelo en Instagram, a través de: @DrJohn_Ccs)

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