jueves, 31 de julio de 2014

Del cacao al café.. De la jícara al pocillo.

Hablemos de las bebidas con las que acompañamos nuestros desayunos; ¿Cuántos no recuerdan eso de desayunar con el cuartico de jugo, de chicha o de leche cuando estábamos pequeños? ¿Qué toman hoy nuestros pequeños al desayunar en la casa o en el colegio?. Los tiempos, las leyes, las presentaciones de los juguitos han cambiado, ahora en los colegios venden más jugos naturales, sino, las cajitas de larga duración. Tal vez porque ya no hay cuarticos, o porque ya no hay leche; Lo seguro es que además de los juguitos, uno que otro niño desayuna, con la que nosotros también recordamos, ¡nuestra apreciada malta!
Tenemos que hablar por supuesto, de unas bebidas que en muchos y muchas desatan pasiones: el chocolate y el café, esto, como bebida para acompañar nuestros desayunos, y en muchos casos para acompañar nuestros días enteros.


Algunos, seguramente los más jóvenes, no se sienten muy identificados cuando se habla del chocolate para acompañar nuestros días. Y es que “tomar chocolate” era una práctica habitual de la época colonial, justo cuando el cacao era el producto de exportación mas importante en Venezuela. Aproximadamente desde 1764 se afirmaba al cacao como la bebida nacional, llegamos a mediado del siglo 18 a ser el primer exportador de Cacao !del mundo! Y es que el Cacao y Venezuela "tienen su historia"... ¿Sabían ustedes que el cacao nació en dos zonas del territorio venezolano? Pues si! El cacao y usted, son hermanos! Nació al sur del lago de Maracaibo, por los Edos. Zulia, Mérida y Trujillo y también por Paria, el Delta y el Amazonas. Otro chismesito del cacao venezolano es que, éste es considerado desde hace bastante, y actualmente, como el mejor cacao del mundo ¡Qué orgullo! ¿no?. ¡Este amor viene de atrás! Nuestros indígenas ya tomaban chocolate, y hasta finales de la colonia se acostumbraba a tomarlo, así como actualmente se consume el café; En la mañana principalmente y además solía tomarse durante el día. Esto era costumbre desde los mantuanos más blancos, hasta los esclavos más negritos. Claro, Las preparaciones variaban, el que más se tomaba era el “cerrero” que era cacao con agua solamente; el “Chorote” era la otra preparación, que era cacao con agua y azúcar morena o papelón, y el “Chocolate” que era la preparación a la manera mas española, era: cacao con agua, azúcar o miel, canela, clavo, vainilla y harina de maíz, así lo tomaban los blancos. En los pueblos andinos esta bebida era servida acompañada de quesos frescos. Eso sí, en cualquiera de sus preparaciones, la bebida de cacao se tomaba siempre después de haber desayunado algo, nunca en ayunas, en esto si se diferencia del café. Además del desayuno, era consumido después del almuerzo, en meriendas y cenas. Las negras lo vendían por las calles en cualquiera de sus preparaciones y lo despachaban en jícaras, que eran unas cuencas hechas con tapara o corteza de coco, éstas aparecieron en Caracas con la primera exportación de granos, para convertirse en objetos exóticos que en muchas ocasiones tenían apliques en plata, de hecho, personajes mantuanos de la colonia como Francisco del Castillo o María Bolívar tuvieron en sus testamentos a las jícaras y demás implementos utilizados para la preparación y consumo de esta bebida ¡imagínense cómo eran de apreciados! Pero ahora, ¿cómo fue que de ser tan apreciado, el chocolate pasa a estar casi extinto como bebida diaria en los caraqueños? Digamos que el mundo conspiro pues las guerras que tuvieron lugar en el continente europeo, a finales del siglo XVIII, hicieron difícil la venta de cacao en el exterior. Además en el mercado mundial, la demanda del café aumentó por encima que la demanda del cacao y sus precios también. Y en Venezuela, para terminar con el colonialismo, hubo guerra de independencia, guerra federal, abolición de la esclavitud, y todo esto afectó las cosechas, tanto por estancamiento de la producción como por la destrucción directa de éstas. Y al abolirse la esclavitud, quedaron abandonadas las plantaciones. Todo esto sumó para que el café, siendo un cultivo más rápido y económico de producir y que ya venía sembrándose en Caracas desde finales del siglo XVIII cobrara auge y fuerza. Y así como el café se convierte en el primer producto de exportación venezolano entre 1830 y 1840, también se convierte en la bebida nacional no alcohólica, desde allí, hasta nuestros días. José Rafael Lovera llama, de hecho, a la época de la colonia “la Venezuela del cacao” en oposición a la Venezuela republicana, que era ”la Venezuela del café”, refiriéndose no solamente la monoproducción del país, sino dándole también significado al consumo de estas bebidas: el cacao viene con una carga de sumisión, de antigüedad, de monarquía y religiosidad; mientras el café se asume como una bebida libertaria, revolucionaria, moderna, progresista, de libre pensamiento… y así, nos quedamos con el café, aun cuando pasamos de la Venezuela agropecuaria a la petrolera, nos quedamos con el café. ¿Quién no conoce a un amante adicto del café? Seguro algunos se reconocerán a sí mismo como tales. Y es que estamos por todas partes.

A algunos les fue temprano el encuentro con esa pasión por el café, cuando la madre o la abuela le daban un guayoyito o un cafecito con leche espumoso por la mañana o para merendar. Otros, encontraron tal vez su pasión por el café fuera de casa. Cuando empezaron sus días de trasnocho por la universidad o la rutina a veces desgastante del trabajo, o simplemente, se enamoraron de él por curiosidad, como yo. Lo gracioso es que, te guste o no, el café y el "tomar café" están allí. Aunque seas de los que dicen “no tomar café”. Terminas estando en una mesa de cafetería, hablando con un maestro, con unos compañeros, colegas que no ves hace mucho, o tal vez conociendo a un amor, tomándote lo que sea, aunque la excusa fue "vamos a tomarnos un café". Sabemos entonces, que como el chocolate en su época, el café también se toma a toda hora, el segundo tiene aún más formas de preparación, que si guayoyo, negro, cerrero, expreso, con leche, marrón, marrón claro, marrón oscuro, teterito, carajillo o envenado, aromatizado, y pare de contar, porque cada taza es un mundo. Lo que es cierto, es que aunque hayan mil maneras de hacer un café y Caracas es una ciudad llena de contrastes entre personas, entre el este y el oeste, el norte y el sur… en cualquier panadería, kiosco, restaurant o esquina, puede haber alguien que venda un café. Sin embargo, parece que ese primer café de la mañana, el que nos despierta, que nos abre los ojos por la cafeína, los sentidos con su aroma, con su sabor, con su temperatura… ese cafecito con el que amanecemos, en Caracas, acostumbra a ser negrito o guayoyo, y es después, en el desayuno o durante el día, que se pide el que provoque de toda la gama de agregados. Y aquí, entre cachitos, arepitas, cafés, chocolates y juguitos… en medio de contar algunas anécdotas que recrean la historia y pasar un buen momento recordando viejos tiempos, hemos aprendido de nosotros mismos y eso nos sirve, para conocer más acerca del funcionamiento general de nuestra sociedad y así, contamos con más elementos para influir en nuestro propio futuro. Las Gastronomochicas los invitamos a pasar por un café y desayunar a la manera de Caracas. ¡Buen provecho!

En este post, agradecemos a Maria Fernanda Di Giacobe por todos los detalles que ofrece en su libro "Cacao y Chocolate" y al profesor Jose Rafael Lovera por la información en "Historia de la Alimentación en Venezuela".

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