Joan Miró define al cocinero como
un artista y es que: “El cocinero no es una persona aislada, que vive y trabaja
solo para dar de comer a sus huéspedes. Un cocinero se convierte en un artista
cuando tiene algo que decir a través de sus platos como un pintor en un
cuadro”. Hace algunos días, celebramos al cocinero, y a través de nuestra cuenta en Twitter (@gastronomochica) y en Instagram (@gastronomochicas) felicitamos a aquellas personas que
nos reconfortan el alma cuando estamos tristes, o son parte silenciosa de
nuestras grandes celebraciones con sus platos y creaciones.
El arte de cocinar se cultiva con
el trabajo arduo, es verdad, pero un ingrediente fundamental e indispensable es
la libertad, la libertad de crear y de innovar platos nuevos, nuevas formas de
presentar los tradicionales.
En estos días estábamos viendo una
película llamada Chef de Jon Favreau
en la que el chef Carl Casper (Jon Favreau) renuncia a su trabajo porque el
dueño del restaurante no le permite innovar con nuevos platos bajo la excusa de
que sus comensales regresan para comer lo que ya conocen. Tras una acalorada
discusión se va, y pasa por un proceso de reinvención, en el cual se muestra
como vuelve su pasión por la cocina en la medida que tiene la autonomía para
crear y va recorriendo el país incorporando alimentos regionales en sus
preparaciones de manera que cada ciudad en la que llegaba fusionaba los sabores
autóctonos con sus creaciones.
Así, nos muestra la importancia
de la libertad, la autonomía, la pasión y la disciplina como ingredientes
fundamentales en la vida y en la cocina, esta última como expresión de la
primera. Desde esta ventanita pedimos a nuestros cocineros que no se dejen
arrebatar la libertad y la pasión para seguir creando esas obras de artes que
nos transmiten y proporcionan sensaciones, imágenes, recuerdos y momentos
únicos e inolvidables.
Nashla Báez.
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