martes, 16 de septiembre de 2014

De la belleza del Botero al escultural cuerpo fitness


¿A quién no le ha pasado?... encontrarse con una persona que no vemos hace mucho y que el saludo de reencuentro incluya un “¿y a ti qué te pasó que estás tan gorda?” o un ¡ay chica estás gordísima!
En estos tiempos en que lo fitness es lo bueno, cualquiera que insinúe lo contrario sin consideración, no puede ser tu mejor amig@. Parece increíble pensar en que no hace tanto tiempo, esta idea de lo bueno en cuanto al cuerpo era tan distinta.
Ciertamente, es sorprendente la manera en la que pueden cambiar los significados según el lugar o el tiempo en el que se vive.  En el siglo XVI por ejemplo, y hasta finales del siglo XIX, tener “gordura” era signo de salud, prosperidad y respetabilidad, debido a que eran tiempos de escasez de alimentos, de pobreza y de hambre; por ende, los que no estaban flacos habían logrado tener la prosperidad que les permitía comer, carnes sobre todo (con alto contenido graso, que era muy valorada en esos tiempos). Es “(…)A partir del siglo XX, donde las grasas comienzan a ser consideradas cada vez más como tejidos inútiles, sin función biológica particular (…) y esta concepción se difundirá cada vez más en los años treinta y sobre todo después de la Segunda Guerra mundial” (Fischler: 1995, 305).
Hoy tenemos un significado del cuerpo muy distinto, donde estar delgado es más saludable y a la vez más estético que estar en sobrepeso, este cambio en las normas sociales y dietéticas ha sido avalado y promovido tanto por el discurso médico como por el discurso mediático. El primero tiene que ver con el aumento en la mortalidad por enfermedades que están directamente relacionadas al sobrepeso: como las enfermedades coronarias, la diabetes, y los accidentes cerebro vasculares.  Y el discurso mediático por su parte, tiene que ver (según mi opinión muy personal, que deviene de impresiones alienantes y represoras en la concepción de los medios de comunicación) con la proliferación por medio de una "moda de la salud" que se vende como un estilo de vida de las capas superiores de la sociedad, aceptando la afirmación de Fischler al decir que  “la técnica revoluciona la vida cotidiana de las capas dominantes (…) favorece los cuidados corporales (…) y  el movimiento y la velocidad se valorizan cada vez más” (Fischler: 1995, 306).

En este sentido, la delgadez se toma como una condición de la clase más pudiente (cuestión totalmente opuesta a lo que se pensaba en el siglo XVI, como vimos). Y es asi porque se supone que las personas que se encuentran en una posición socio económica privilegiada, tienen más tiempo libre para desarrollar su cuerpo, en el gimnasio o con aparatos de ejercicio en la casa o simplemente con el consumo de alimentos light, que cabe destacar tienen un precio más elevado que los alimentos “no light”. Partiendo de la concepción simmeliana de la sociedad con respecto a las modas, apoyo la idea de que las masas menos pudientes desean imitar a las de mayores recursos, en tanto la televisión, las revistas, las vallas publicitarias, las propagandas y todos los medios de comunicación masiva, incitan a las personas, a sociedades enteras, a ser más delgadas, apoyándose en el discurso médico como herramienta de venta.
Un ejemplo muy claro de lo anterior lo podemos encontrar en Instagram, donde hay cuentas de profesionales de la salud (y también empíricos) que tienen mucho éxito, medido en la cantidad de seguidores y de interacción que tienen en sus cuentas, ya sea porque ofrecen consejos nutricionales o de actividades físicas, todo con la visión de “ayudar” a las personas habidas de alcanzar el ideal de feminidad o masculinidad de la época… y así, obtener la libertad de andar por el mundo huyéndole a los reencuentros y con ellos, a los comentarios desconsiderados de nuestros "distantes amig@s".


Fischler, Claude. (1995). El (H) Omnivoro. El gusto, la cocina y el cuerpo. Barcelona. Edit. Anagrama.


Shahrazad Canquiz.

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