martes, 9 de diciembre de 2014

Comiendo en caricaturas



Este año cumplió 50 años de vida un personaje muy querido por mucha gente y al ser mi favorito no puedo dejar de dedicarle una reflexión sobre su influencia en esta generación desde mi pensar como gastronomochica, pues ella tiene una postura muy definitiva con respecto a un plato en específico, por supuesto, me refiero a Mafalda y  a su odio por la sopa.

Son innumerables las historietas en donde Mafalda expresa su profundo rechazo a la sopa. Con sus frases pudimos reflexionar acerca de los sistemas políticos de la época y la forma de proceder de los mismos, los cuales, tristemente hay que admitir que 50 años después siguen siendo los mismos.

Muchas veces también tuvimos lecciones de anarquismos, donde cuestionaba la autoridad de la mamá para obligarla a comer semejante brebaje, con los que acababa los planteamientos de paz mundial que tanto la ocupaban. No importaba los planteamientos que expresara, siempre terminaba cediendo a regañadientes o por soborno, cuando el postre se trataba de panqueques.

Formamos parte de una generación que creció con la televisión como principal fuente de entretenimiento, pero hoy no es mi objetivo juzgar si esto fue bueno o malo, lo cierto es que, así como Mafalda, muchos personajes nos dejaron enseñanzas con respecto a la comida. Además de esta niña argentina,  son muchos los personajes que nos han inspirado desde nuestra infancia y que aun cuando llegamos a cierta edad, podemos dejar de ver las comiquitas pero nos siguen sacando una sonrisa ocasional.

¿Se acuerdan de Popeye el Marino?  De este particular marinero aprendimos que las espinacas nos hacían fuertes, por lo que había que comerlas para poder enfrentar a ese amiguito que siempre nos molestaba.

¿Qué hay de nuevo viejo?  El personaje autor de esta frase siempre iba acompañado de una zanahoria. Y es que el conejo Bugs nos enseño que el comer zanahoria nos hacía rápidos y audaces, cualidades necesarias para salir ilesos de las travesuras.

¿Quien no tenía un bocadillo favorito por el cual hacía cualquier cosa, así como Scooby por una scooby galleta? ¿O un amigo que en las fiestas atacaba la mesa de pasapalos así cono Shaggy la nevera?

El amor de Homero por las donas es algo contagioso, muchos gorditos imitan a este particular padre de familia y siempre tienen en la oficina un paquete de donas, para acompañar con un café la merienda para un tedioso día de trabajo.

No podía dejar de nombrar a quien nos enseño la diferencia entre pasticho y lasaña, por supuesto, me refiero a Garfield, quien era capaz de dejar que Ody se sentara en su sillón con tal de comerse su lasaña, eso sí, solo por un ratico.

Cada vez que veo el gusto con el que mi novio  y demás amigos y familiares masculinos devoran un costillar de cochino, me recuerdan al simpático Pedro Picapiedra con unas costillas  de Brontosaurio tan grandes que el troncomóvil se le iba de lado. Casi puedo ver como la mesa se hunde un poco del lado de los chicos al colocar el plato y por supuesto escucho el ¡Yabadaba doo! cuando terminan  de roer la ultima costilla al propio estilo prehistórico. ¿Será que se les quedo grabado este personaje y es un rol a seguir para demostrar la varonilidad de un hombre?. Yo me siento como Vilma viéndolos devorar el plato, tal vez porque nos enseñaron desde pequeñas que las niñas no deben comer así y nos sentimos presionadas a usar los cubiertos lo más que podamos.

Creo que el personaje más hambriento de todos es el Coyote que se quiere comer al Corre-caminos y sin importar cuantos artefactos utilice nunca lo atrapa. Pero como dicen por ahí, la pregunta es: ¿si  el coyote siempre está recibiendo paquetes, no pudo haber pedido comida para llevar, ahorrarse el esfuerzo y saciar el hambre?. Creo que se debe a que no hay comida más sabrosa que el bocado que es robado o en este caso, el correcaminos que es cazado.

Podría llenar varias páginas sobre los personajes que nos enseñaron algo simpático, nutritivo o hasta malos hábitos sobre la comida, pero creo que queda claro con estos ejemplos de que con estas comiquitas no solamente reimos a carcajadas, sino además establecimos una relación con los alimentos, la cual nos sigue en la vida mucho después de haber dejado de de ver las  caricaturas.

Si bien no sería exacto decir que estos recuerdos forman parte de nuestra memoria gustativa pues no recordamos un plato que comimos, traemos al presente la sensación que nos provocaba ver a nuestro personaje favorito degustar una lasaña, una costilla y esta sensación hasta nos impulsa a copiar su comportamiento con un antojo en un momento determinado.

El mundo de la alimentación no sólo se trata de tablas nutritivas, políticas alimentarias y porcentajes de producción, sino  también de todo aquello que a lo largo de la vida, por muy tonto que parezca, nos ha iniciado a los sabores, olores y tradiciones que hoy en día, casi en modo automático, consumimos cotidianamente.

Esto nos abre los ojos sobre todas aquellas pequeñas cosas que no les damos importancia pero que se quedan grabadas en nosotros. Luego de leer esto, ¿cuántas comiquitas te vienen a la mente y cuántas comidas te provocan?



Maria Mercedes Boada.


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