Este
año cumplió 50 años de vida un personaje muy querido por mucha gente y al ser
mi favorito no puedo dejar de dedicarle una reflexión sobre su influencia en
esta generación desde mi pensar como gastronomochica, pues ella tiene una
postura muy definitiva con respecto a un plato en específico, por supuesto, me
refiero a Mafalda y a su odio por la
sopa.
Son
innumerables las historietas en donde Mafalda expresa su profundo rechazo a la
sopa. Con sus frases pudimos reflexionar acerca de los sistemas políticos de la
época y la forma de proceder de los mismos, los cuales, tristemente hay que
admitir que 50 años después siguen siendo los mismos.
Muchas
veces también tuvimos lecciones de anarquismos, donde cuestionaba la autoridad
de la mamá para obligarla a comer semejante brebaje, con los que acababa los
planteamientos de paz mundial que tanto la ocupaban. No importaba los
planteamientos que expresara, siempre terminaba cediendo a regañadientes o por
soborno, cuando el postre se trataba de panqueques.
Formamos
parte de una generación que creció con la televisión como principal fuente de
entretenimiento, pero hoy no es mi objetivo juzgar si esto fue bueno o malo, lo
cierto es que, así como Mafalda, muchos personajes nos dejaron enseñanzas con
respecto a la comida. Además de esta niña argentina, son muchos los personajes que nos han
inspirado desde nuestra infancia y que aun cuando llegamos a cierta edad,
podemos dejar de ver las comiquitas pero nos siguen sacando una sonrisa
ocasional.
¿Se
acuerdan de Popeye el Marino? De este
particular marinero aprendimos que las espinacas nos hacían fuertes, por lo que
había que comerlas para poder enfrentar a ese amiguito que siempre nos
molestaba.
¿Qué
hay de nuevo viejo? El personaje autor
de esta frase siempre iba acompañado de una zanahoria. Y es que el conejo Bugs
nos enseño que el comer zanahoria nos hacía rápidos y audaces, cualidades
necesarias para salir ilesos de las travesuras.
¿Quien
no tenía un bocadillo favorito por el cual hacía cualquier cosa, así como
Scooby por una scooby galleta? ¿O un amigo que en las fiestas atacaba la mesa
de pasapalos así cono Shaggy la nevera?
El amor
de Homero por las donas es algo contagioso, muchos gorditos imitan a este
particular padre de familia y siempre tienen en la oficina un paquete de donas,
para acompañar con un café la merienda para un tedioso día de trabajo.
No
podía dejar de nombrar a quien nos enseño la diferencia entre pasticho y
lasaña, por supuesto, me refiero a Garfield, quien era capaz de dejar que Ody
se sentara en su sillón con tal de comerse su lasaña, eso sí, solo por un
ratico.
Cada
vez que veo el gusto con el que mi novio
y demás amigos y familiares masculinos devoran un costillar de cochino, me
recuerdan al simpático Pedro Picapiedra con unas costillas de Brontosaurio tan grandes que el
troncomóvil se le iba de lado. Casi puedo ver como la mesa se hunde un poco del
lado de los chicos al colocar el plato y por supuesto escucho el ¡Yabadaba doo!
cuando terminan de roer la ultima
costilla al propio estilo prehistórico. ¿Será que se les quedo grabado este
personaje y es un rol a seguir para demostrar la varonilidad de un hombre?. Yo
me siento como Vilma viéndolos devorar el plato, tal vez porque nos enseñaron
desde pequeñas que las niñas no deben comer así y nos sentimos presionadas a
usar los cubiertos lo más que podamos.
Creo
que el personaje más hambriento de todos es el Coyote que se quiere comer al Corre-caminos y sin importar cuantos artefactos utilice nunca lo atrapa. Pero
como dicen por ahí, la pregunta es: ¿si
el coyote siempre está recibiendo paquetes, no pudo haber pedido comida
para llevar, ahorrarse el esfuerzo y saciar el hambre?. Creo que se debe a que
no hay comida más sabrosa que el bocado que es robado o en este caso, el
correcaminos que es cazado.
Podría
llenar varias páginas sobre los personajes que nos enseñaron algo simpático,
nutritivo o hasta malos hábitos sobre la comida, pero creo que queda claro con
estos ejemplos de que con estas comiquitas no solamente reimos a carcajadas,
sino además establecimos una relación con los alimentos, la cual nos sigue en
la vida mucho después de haber dejado de de ver las caricaturas.
Si bien
no sería exacto decir que estos recuerdos forman parte de nuestra memoria
gustativa pues no recordamos un plato que comimos, traemos al presente la
sensación que nos provocaba ver a nuestro personaje favorito degustar una
lasaña, una costilla y esta sensación hasta nos impulsa a copiar su
comportamiento con un antojo en un momento determinado.
El mundo de la alimentación no sólo se trata
de tablas nutritivas, políticas alimentarias y porcentajes de producción,
sino también de todo aquello que a lo
largo de la vida, por muy tonto que parezca, nos ha iniciado a los sabores,
olores y tradiciones que hoy en día, casi en modo automático, consumimos
cotidianamente.
Esto
nos abre los ojos sobre todas aquellas pequeñas cosas que no les damos
importancia pero que se quedan grabadas en nosotros. Luego de leer esto,
¿cuántas comiquitas te vienen a la mente y cuántas comidas te provocan?
Maria Mercedes Boada.